Estas historias a medias duelen. Mucho. Porque lo que en realidad subyace es una ausencia total de respeto y cariño hacia ellos, un 0 de nota en la protección de sus derechos y un suspiro más bien largo y callado que no exprese mucho más que un torbellino de malestar contenido.
Tras doce o trece años que es su edad aproximada este animal, esta perra, fue abandonada, posiblemente porque ya era demasiado gasto y en fin, que sufran otros… Siempre quedará la duda de saber si esto es tener valor o sencillamente carecer de él.
Dina, entró enferma, muy enferma y allá que se le acogió y cuando el veterinario la vio de nuevo, en esas visitas rutinarias comprobó sus tumores, sus edad casi cierta y su estado y…“L o que dure… que coma, que coma” y eso, será verla todos los días cómo se deteriora su estado, su salud, su mirada, como pediremos gritando en silencio que el último hogar para sus existencia sea un verdadero hogar no una fría jaula en una esquina sombría y aunque no sea nuestra, ni nadie nos pidió acogerla, ni siquiera nadie nos aconsejó no hacerlo, ahí está, la enseñamos, te mostramos su cara, su rostro y mostramos en el fondo el fracaso de una sociedad que falló en su protección porque nadie preguntó por ella ni nadie se preocupó por ella, si siquiera un miserable apartado de un artículo en una ley de protección.
No es viable su intervención quirúrgica, es demasiado mayor y está demasiado débil. Pero aquí la tienes, aquí está Dina, con sus ganas de comer y su pena penita, deambulando un abandono en medio de mil y un ladridos y enviando en silencio una pequeña solicitud, ¿Dónde estarán quienes tanto decían quererme?
No lo sabemos Dina, probablemente ya ni se acuerden de ti.
Pero no te preocupes, aguanta lo que puedas y si nadie te acoge ojalá no te hieles demasiado con las tuberías este próximo invierno y la escarcha no te machaque tus frágiles huesos. Tienes todo el tiempo del mundo para dejar de tenerlo, por eso no te preocupes Dina. Estaremos ahí.
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