Se fastidió un poco el plan, tanto que la lluvia impidió que el sábado pusiéramos nuestra mesita informativa con pancarta incluida, nuestras cositas y nuestra tan preciadas papeletas de lotería de Navidad para rescatar la esperanza esa que periódicamente se pierde; no obstante el vienes sí que , aunque el frio cuajara los minutos y demasiada ropa no fuera demasiada sí se consiguieron unos pocos objetivos, esos que relanzamos una y otra vez por aquello de la necesidad asociativa y de sus propios recursos .
Se fastidió un poco pero solo una mitad. La próxima vez será. Siempre esperamos que haya una próxima vez.
Sin embargo, como siempre, como casi siempre insistiendo una y otra vez, una realidad que no es nuestra, unas parcelas de acontecimientos y circunstancias que no provocamos hacen que apretemos los dientes y de la maldición terrenal pasemos a la desesperación, de ahí a una sonrisa amarga y rancia y puede que tal vez, luego, a un desazón que tendremos necesariamente que remontar y sin saber por qué extraña razón volvamos a mirar detenidamente con una dulce resignación ataviada de incuestionable tesón y constancia.
Nadie nos paga nada por esto, nada nos da nada por esto, sólo actuamos por esa especie de extraña razón de mezcla de convicciones, altruismo, emociones, opiniones o actuaciones que dispensan una ayuda directa a un problema repetido y machaconamente ignorado y por supuesto no resuelto, intencionadamente o no, no resuelto.
Cuando ya casi creemos que todo parece normal, que todo está controlado, que podemos continuar con cierta “normalidad” un nuevo problema, una nueva mirada de miedo aparece o allá a lo lejos, un nuevo bultito de huesos ya más que conocidos, busca desesperadamente algo de comida mientras su figura se integra tanto en el paisaje que su espíritu animal se fragmenta, se desintegra llegando a confundirse con la indiferencia.
Dulce futuro |
Como también tenemos fotos de muchos, muchos cachorros, de caras de asco, de aguante sin límites, de personas que piensan que salvan el mundo y de personas que aparentan hacerlo, de los que no hacen nada, de los que lo hacen casi todo, de los más que predispuestos y de los que ya está bien.
Secretos inconfesables |
De la terapia asertiva, esa especie de habilidad para expresar de modo franco, amable y abierto lo que queremos decir sin llegar ni a la pasividad ni a la agresividad, pasaremos sin ningún pudor ni estupor a cerrar los ojos pero sólo por el tiempo en que la mirada deba respirar.
Ya veras como si |
Hasta de pedir, el cansino y perezoso estribillo de necesidades para luego, ver ese tratamiento tan costoso, esa nueva recaída, ese enfriamiento o esa patología cardiaca, ese bebedero sin arreglar , ese frio no solucionado y allá lejos, esa mirada sucia casi a la par que ese grito destemplado de la señora a la que no pudimos solucionarle su problema y nos inundó de ofensas o aquél pensamiento tan recurrente y cómodo de que exterminando perros y gatos en las perreras municipales se soluciona el problema, no, no se soluciona, se mantiene perdurando y además con el dinero de todos los contribuyentes.
Vaya pues de nuevo, ese gracias por haberles ayudado y gracias compañeros voluntarios por estar ahí, los que realmente estáis. De todo lo demás buen día, siempre nos queda todo, hasta el futuro. Ese dulce e inocente futuro.
0 Deja tu comentario.:
Publicar un comentario