20 de diciembre de 2010

Queridos...

 Llegó la navidad. Los duendes de la alegría y la esperanza cruzaron el límite de lo cotidiano y se aposentaron en unos días casi famosos.  Los maratones solidarios intentan recaudar la mayor cantidad de dinero posible para sus causas    y en esta época del año, casi acabándolo,    parece como si la armonía, esa extraña y descompensada fraternidad y concordia, esa frágil paz y calma, se erigiera reina absoluta de un entorno de luces, sonrisas y hermosas fragancias de esperanza mezcladas con indigestas comilonas, consumismo a veces patológico y buenas dosis de seres que cruzan el peligroso límite de lo invisible.



 
Llegaron las comidas, las felicitaciones, los sueños, la insaciable gula, mataderos a pleno rendimiento, mariscos gritando frenéticamente en una parrilla  mientras desprenden   ese peculiar olor que impregna los pasillos y las comunidades   y llegaron los circos con animales y su esperpéntica diversión, anacrónica y   encadenada a una realidad que flaquea por sí misma.
Un sentido ya escaso por aderezar una realidad de supremacía del ser humano sobre el resto de las especies que cada día se cuestiona más sobre todo a nivel emocional.  Unos espectáculos caducos en los que la diversión  en forma de carcajadas y exclamaciones,  se consiguen  a base de doma, una doma de escarmiento,  látigo y castigo.
  Y llegando la navidad también, el Parlamento español se acordó de los animales domésticos  y   el próximo 23 de diciembre si no ocurre nada que lo impida, el artículo 337 del Código Penal quedará  redactado del siguiente  modo: “ El que por cualquier medio o procedimiento maltrate injustificadamente  a un animal doméstico o amansado, causándole la muerte o lesiones que menoscaben gravemente su salud, será castigado con la pena de tres meses a un año de prisión e inhabilitación  especial  de uno a tres años para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación los animales”.
Vaya aquí, que colocaremos un pequeño cartel color fucsia en medio de todos los pensamientos recurrentes por si acaso les asusta y si es posible, ahuyentemos sus malos sueños de maltratar impunemente a un animalito doméstico o amansado. 
 Y del maltrato, abriremos el abanico y donde no elegir, encontraremos todos los domésticos diarios, en esquinas, viviendas, trasteros y balcones, portales y pocilgas, atados a una cadena de 80 cm   por 7 kg de peso, los del cobertizo roto y los que temblando, con ojos aterrados suplican no más patadas por favor.   Y aquél pequeño cartel lo pondremos frente a los leones de la Cortes, añadiendo que el maltrato de animales es mal-trato y si trato-mal qué sea posible que deje de hacerlo porque entre otras cosas, los recursos democráticos me condenarán.   
Casi acabando el año, no podemos dejar de hacer balance,   recordar lo que no podemos olvidar, lo que bajo nuestro cargo y responsabilidad se encuentra.  Desde la modestia de esta vida asociativa, sin dejar de rescatar  todo lo que le circunda y rodea, lo que acontece y está vivo,  no  queremos aligerar  un equipaje que es ciertamente una realidad a veces escabrosa que, en muchas ocasiones compensa con creces el esfuerzo.
Como muchas otras asociaciones, hemos estirado el tiempo casi imprudentemente, muchos voluntarios han desarrollado en su corazón un porvenir de lo más solidario y muchísimas personas y colectivos, entidades y grupos nos han prestado su ayuda, su día, su mes y su año, su tiempo partido y sus lunas llenas, sus cuentos hermosos y sus silencios aún mucho más hermosos.  
  Nos han regalado su mueca intencionada, su esfuerzo y hasta su salud la han puesto en bandeja aún a costa de su tensión, de su corazón y de su sueño reparador. Gente incondicional y gente que supo ver lo poco que dura una buena intención y lo mucho que cuesta destruirla, son los valientes de la convicción.   Los enamorados del altruismo y los consecuentes con la filantropía.
   El corazón, las emociones, los sentimientos, lo que quieras… pues eso, nos ha dolido muchas , muchísimas veces,   hemos llorado mucho y hemos llorado poco. Hemos recurrido sin querer a la rabia, a la pena, a la tristeza y    mientras cruzábamos un semáforo a la   impotencia y a la imprudencia, a la improvisación y  al  espontáneo llanto  mientras algunos días la alegría  desbordante conseguía   contagiar  al propio entorno colectivo. 


Nuevos padrinos se nos adhirieron incondicionalmente y otros, de tantos años, ahí continuaron y continúan, unos padrinos y madrinas que han aportado no ya su cuota sino una especie de apoyo  realmente encantador, un vínculo solidario difícil de explicar y muy fácil de entender. 

Padrinos y madrinas que  han ido a visitar a sus perros apadrinados, que se han preocupado por ellos  en la distancia  comprendiendo    que eran seres que existían, reales, de carne y hueso;  seres humanos  que se preocupaban por la asociación en su conjunto , que la relación tan fría de  una aportación mensual periódica  se convertía en algo mucho más profundo. Un hermosos vínculo y eso, hemos intentado contarlo y hemos intentado agradecerlo del mejor modo que hemos sabido . 

Como hemos querido contar que estos animales no son sacos de huesos, no son bultos, no non mecanismos que se mueven, son seres vivos y como carnet de identidad, tienen unos derechos. 

De los socios, qué decir, igualmente hemos intentado casi cada día contarte lo que se sucedía en esta asociación, lo que el día a día mostraba a veces con un desparpajo tan extraño como ofensivo. Tan dulce como sincero.
Nuestro blog, nuestros “Cinco minutos”  se nos convirtieron en una especie de cuenta cuentos a veces amargo y otras veces tan especialmente  agradable que rezumaba sonrisas y hospitalizaba en la UCI los contactos mezquinos con el más acá . Nos enviaron historias, nos enviaron fotos, nos enviaron sonrisas y también lágrimas, nos definieron emociones e intentamos colocarlas  en el lugar más adecuado.   
Muchos animales se nos fueron también, adoptados, heridos de muerte o tal vez que la vejez les llamó una fría noche de invierno o una agobiante tarde de verano. De cachorritos, hijos ilegítimos de las lunas vivas y muertas, algunos no sobrevivieron a este planeta que les ofrecía tan poquísimas oportunidades de vivir. Murieron de frio en la puerta del albergue, ahogados  o estrangulados por la cuerda que les sometía, otros con más suerte,    disfrutan  hoy de un hogar estable donde el cariño se impregna todos los días,  y allá lejos, de unos cuantos más, ya crecidos, que   mantienen poca esperanza de ser  ya adoptados.  
  No es fácil gestionar un refugio, no es fácil darles una mínima calidad de vida, no es fácil atenderlos a todos, asumir todos los gastos que conllevan, obtener recursos económicos suficientes y   no es fácil prever que las ayudas públicas, pueden desaparecer. 
No, no es fácil ver    animales destrozados por el abandono, camadas tan pequeñas que ocupan el puño de un bebé, famélicos esperpentos de espíritus animales con unas muertes gratuitas y puede, que tal vez, para una mente racional, aparezca como una vulgar tontería, una anécdota en el tiempo, puede ser, pero no vamos a discutirlo, la sensibilidad por las cosas que nos rodean es extensible a todas las cosas que nos rodean, a su propio devenir y a su propio sufrimiento. A su propia existencia y a sus propias consecuencias. Y la alegría está en algunas de ellas.
   Nos hemos atragantado con la incomprensión y se nos hicieron demasiado grandes los enormes huecos del abandono y sus formas tan variadas de maltrato. No  llegamos a comprender que alguien pudiera deshacerse de  un ser vivo sin más contemplaciones que la de una patada educada frente a las puertas de un Código Penal o en la de la Ley de Protección de animales de compañía.  Pero curiosamente, llevamos unos cuantos siglos sin comprenderlo.
 Recorrimos la desdicha y la ilusión, pudimos transcribir la vergüenza de sentirnos humillados pero, ¡qué narices!, peor se encontraban  estaban ellos.
No podemos resumirte un año ni veinticinco. No podemos explicarte un segundo ni contarte un día, podemos en todo caso, balancear en una discreta hamaca, el tiempo del que dispusimos y lo que pudimos hacer con él  y que seas  tú quien elija el pasaje que más te guste si acaso te gustó alguno. 

Corren tiempos muy difíciles económica y socialmente y estas actividades cada vez son más duras  de mantener. Mientras esta frase se desarrolla y se consigue asumir… volvemos la vista a nuestro centro de preocupación y vemos que cuando abrimos la puerta del albergue,  sus caritas, sus colitas contentas,  moviéndose de un lado a otro, ajenas… como si la vida fueran tan feliz… y mirábamos de un lugar a otro, de una esquina a otra y veíamos carencias, deficiencias, goteras, falta de inversión, perros  ancianitos ya, perros tan jóvenes y cachorros que clamábamos a los dioses esos  mitológicos  que por favor, no crecieran ni murieran allí, que encontraran pronto un hogar… cuando movíamos todos los resortes que teníamos para que no les faltara pienso, ni asistencia veterinaria ni cariño. 

Cuando apretábamos las horas de sueño y disparábamos mil imágenes en una milésima de segundo por si acaso la imagen llegara antes al corazón…tuvimos historias hermosas  muy hermosas y otras, que culminaban el esfuerzo  de una dedicación discreta. Sufrimos bofetadas y retuvimos su sonido. 

Pero, continuamos, posiblemente porque  no quisimos contar con nada que no tuviera que ver con el lenguaje sin dudas ni  el resentimiento mal comprendido.      Los ideales también sufren, la realidad también se resquebraja y sólo deseamos que el mundo se solidarice con  todo aquello que sucumbe ante una realidad que no le pertenece y que sin embargo, le obliga a asentarse en ella.      
Hoy, estamos tristes,  porque en el cielo, allá en las estrellas, en ese firmamento que no tiene límites, unos cuerpecitos  inundan de luz nuestras propias lágrimas, unos   cercanos y unos  cientos de miles lejanos. El dolor nos ha descompensado pero nos despedimos aún así, con el corazón abierto. No hay otro modo de seguir.  
En   recuerdo  de unos seres que se fueron junto a las estrellas tal vez  porque no tuvieron más remedio que adherirse a ellas mientras nosotros, haciendo lo imposible, no llegamos a tiempo .

    De todo lo demás, gracias por todo y por nada. Por hola y adiós. Por el antes y el después. Por ellos y por todos los que hoy, ahora, mañana y pasado mañana, con nuestro corazón tan encogido de dolor como esperanzado, volveremos a levantarnos para volverles a acoger y saludar.
 A ti, un millón de gracias. 
Y un millón de sonrisas por saber que estás ahí. 
 Y... ya sabes, que la vida te resulte bella.
Fecha: casi terminando Diciembre de 2010



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