Hay días en que sencillamente lo mandarías todo al cuerno, hay días en que la templanza se evapora y el esfuerzo parece esfumarse. Has de recomponerte como puedas y seguir por los que quedan en esta a veces tan desagradecida dinámica de animales impunemente abandonados. Este cuento, va a ser muy pero que muy breve, doloroso pero breve. Dinkel, la pequeñita Dinkel, no sabemos cómo, quizás de tan pequeñita, se escapó de su lugar y se fue al patio de los perros grandes. La mataron de una dentellada, creyendo tal vez que era un juguete.
Se murió. Ya no está. Las muertes son así, imprevisibles, nunca sabes cómo hacerlo para que todo discurra bien. Nunca sabes si la dinámica es correcta, si lo estás haciendo bien o si lo podrías hacer mejor, si el espacio es el adecuado y peor aún cuando no tienes el espacio ni suficiente ni adecuado y para casos tan especiales como este, pides desesperadamente un lugar de acogida y la respuesta o se retrasa o la solución no llega. No consigues llegar a tiempo y la adversidad se proclama dueña de una situación que pretendes proteger e incluso no romper como ha sido el de esta parejita.
Aquí no hay responsables ni culpables, aquí lo que hay es un estiramiento absoluto de miles de posibilidades a veces tan precarias que asustan. Demasiado animal abandonado, demasiados casos particulares que pretendes atender como si fueran únicos. En un instante, todo se tumba, se derrumba y sabes que mañana entrará otro en las mismas condiciones o peor. Esto no es una residencia, esto es un albergue recogiendo abandonos.
No ha podido ser, querida Dinkel, pequeñita Dinkel, lo sentimos. Mucho. Teníamos hermosas perspectivas para vosotras dos.
Y tú Dinki, qué podemos decirte si acaso ahora, alguien quiera llevarte rápidamente a su casa y olvidar esta historia de final tan infeliz.
Hay días en que todo resulta muy extraño, todo parece no tener sentido y sin embargo, mirándoles, aún no entendiendo por qué no se toman medidas drásticas contra el abandono, te cuesta mucho más comprender esta realidad. Esta más que dolorosa realidad. Por lo menos para nosotros... estas indigestas bofetadas de realidad.
Dinki, te quedas sola. Seguiremos buscando hogar pero ahora sólo para ti. Ya ni siquiera sabemos si lo encontrarás. Grítale si quieres al mundo, nosotros estamos más que hartos de hacerlo.
Dedicado a la pequeñita Dinkel y a tu propio futuro Dinki.
0 Deja tu comentario.:
Publicar un comentario