Este blog quería despedir el año con Zeus y su enfado pero ya ves, no ha podido ser quizás porque nos ha aparecido el nuestro propio, la imposibilidad y la intranquilidad, la impotencia y la vergüenza de pertenecer a veces a la misma especie, tener palabras inteligibles pero incomprensibles y no comprender qué está sucediendo en el corazón humano siendo imposible de asimilar lo que es poco menos que imposible de digerir.
Si las palabras son un distintivo humano y los animales no gozan “de ese privilegio” por cien mil rayos que ojalá nunca las posean.
Esta perrita a la que se le ha puesto de nombre Milagros fue introducida en una caja de cartón, precintada con cinta de embalar e introducida en un contenedor. Alguien la escuchó y la sacó. Esta perrita es muy dulce aunque podía no serlo, esta perrita tiene unos cinco años pero podía tener 10 y esta perrita podía ser negra pero es blanca, estar coja o faltarle uno ojo, lo único que tiene es un tumor de considerable tamaño que será necesario extirpar quirúrgicamente sea cual sea su naturaleza. Si ese fue el motivo nunca lo sabremos, si no lo fue, tampoco pero fuera cual fuera el motivo su final fue muy pero que muy bien preparado y premeditado.
Precintada de tal modo como para asfixiarla o aplastarla entre restos de verduras, material reciclable, patitas de pollo, raspas de sardina, fotos de la mascota de vacaciones por el norte o patitas encogidas de cangrejo… si esta perrita hubiera tenido ese final posiblemente hoy no se llamaría Milagritos y no tendríamos tan encarnizados los labios de morderlos.
No acabamos el año con Zeus, no ha podido ser, lo acabaremos con ella, la perrita del precinto y la caja de cartón, la de sus ladridos "Aquí estoy....", dentro de una caja precintada custodiada por un contenedor y en un mundo tantas veces tan tremenda y desesperantemente sordo.
La perrita de la impaciencia y de la hartura, del tumor y de su factura. Esa que un día, muy posiblemente no se pueda asumir.
Te pediríamos ayuda con sus gastos, con su visitas al veterinario, te pediríamos la adoptes con su tumor y nos hagas olvidar estos, tan malísimos tragos. De verdad.
Pero no, te deseamos aunque hoy con un nudo en la garganta por esto y por los indefensos gatitos acabados de nacer y ya haciendo publicidad de grandes superficies junto a los contenedores o las papeleras... bajo los coches, hipotérmicos, rasposos y hambrientos o por esta la de la caja de cartón hacia el aplastamiento y la asfixia o por todo de todo, igualmente, un precioso día. ¡ADOPTADA!
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